jueves, 17 de marzo de 2016

Corderos precavidos frente a lobos mitificados

El historiador Juanjo Martín acaba de publicar en la revista Clio & Crimen, de la Universidad del País Vasco, el artículo “Corderos precavidos frente a lobos mitificados”. En él, este doctor por la Universidad de Burgos, desmitifica la figura de los guerrilleros que, tras la Guerra de la Independencia, fueron convertidos en héroes por el Romanticismo. Frente a la violencia ejercida por las partidas, Martín contrapone la humanidad de las pequeñas comunidades rurales, que sufrieron por igual las exacciones y tropelías de franceses y españoles. Según este historiador, “amparados en un contexto de supuesta guerra revolucionaria o patriótica, muchos de estos lobos mitificados no cometieron sino atrocidades”.





El trabajo resalta el protagonismo que ejercieron en la provincia burgalesa, los Longa, Porlier, Salazar, el cura Merino, el Empecinado o el Cuevillas, entre otros muchos. Según el autor, “en el imaginario romántico parece subyacer una fascinación subconsciente por lo marginal de las luchas de guerrilleros, bandoleros y facciosos, que se equipara con la búsqueda de la libertad”. Sin embargo, la realidad muestra que sus comportamientos degeneraban con prontitud y que algunos eran simples trabucaires. Tras la conflagración, y a pesar de sus acciones fuera de toda ética y moral, se les redimió convirtiéndoles en militares de carrera, con el correspondiente ascenso social, quedando en el olvido crueldades y atropellos.

La vida en las partidas primaba valores como la virilidad y la capacidad para generar violencia. Para Martín, “aunque es bien sabido que las situaciones de guerra hacen aflorar lo peor del ser humano y que el contexto de la milicia provocaba la brutalización de sus componentes, no por ello hay que dejar de constatar estos comportamientos”.  Incluso, pasado un tiempo, fueron referente para la construcción de leyendas, que suponían una vía de escape en el siglo XIX español. “Exceptuando ciertas valoraciones hagiográficas, lo cierto es que en los pueblos sus figuras despertaron más animadversiones que alabanzas”, afirma el historiador. Aunque la imagen de los guerrilleros, se convirtió en aglutinadora de descontentos sociales y vengadora de injusticias soportadas por las clases populares, “sus crímenes no deben solaparse acudiendo a supuestas defensas insoslayables de la Nación o la Patria, y deben quedar refrendados analíticamente como lo que realmente fueron, una de las tachas más despreciables de la condición humana: la cobardía del fuerte frente al débil”, concluye el autor.

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